En los últimos años, el sector de la movilidad eléctrica ha crecido rápidamente en tamaño y contenido, transformándose de nicho a realidad tecnológica y comercial fundamental, asumiendo un papel clave en la transformación de las ciudades inteligentes.
La enorme inversión en vehículos inteligentes y eléctricos por parte de gigantes estadounidenses como Google y Apple inspiró al semanario Newsweek a dedicar un artículo completo y una portada al elocuente título “Silicon Valley va a Detroit”. Esto significa que en la próxima década se abrirá un nuevo escenario que tendrá un gran impacto en la vida del país y sus ciudadanos.
El modelo de Tesla es el que tiene más probabilidades de ser adoptado, es decir, vehículos automatizados con procesadores y sensores de alto rendimiento, capaces de activar rutas de conducción automatizadas al tiempo que proporcionan información sobre las condiciones del tráfico, monitorizando la zona, la contaminación presente y resto de componentes ambientales que actualmente se miden en estaciones fijas.
En definitiva, una revolución medioambiental y tecnológica, con un Gran Hermano con nosotros en el coche y grandes repercusiones para la industria del automóvil. La consideración principal ya no será el motor, sino la batería y su ordenador. Además, si se adopta el modelo de Tesla, veremos un aumento en la energía verde autogenerada a partir de la energía fotovoltaica.
El aumento de esta forma de movilidad sostenible en entornos urbanos puede estar asociado tanto a su idoneidad para satisfacer las necesidades de los usuarios como a las demandas de reducción de emisiones de gases contaminantes y contaminación acústica, lo que se traduce en el desarrollo por parte de los fabricantes de automóviles de motores 0 emisiones o muy bajas en el caso de los híbridos.
La preocupación medioambiental y de la calidad del aire en nuestras ciudades han llevado a los responsables políticos nacionales y europeos a tomar medidas para crear un marco normativo y económico (medidas de apoyo) capaces de apoyar el crecimiento y desarrollo del sector, con especial énfasis en la infraestructura de recarga, un elemento clave para el desarrollo exponencial de este tipo de vehículos. Este es, por tanto, el escenario en el que entran en juego las directrices europeas, en las que ya para 2020 se exigía que cada estado miembro garantizara que el 10% del consumo del sector de la movilidad proviniera de fuentes renovables y que se desarrollaran infraestructuras de recarga para el uso de combustibles alternativos (Directiva 2009/28 / CE).
A nivel nacional un ejemplo de este compromiso son los sucesivos planes MOVES que año a año van creciendo en importancia y contenido presupuestario, siendo el Plan MOVES III el actual del momento y que en las últimas semanas se está implementando en las diferentes CCAA de forma sucesiva.